martes, 19 de febrero de 2013

El "as del volante"


Sé que hace mucho tiempo que no posteo nada, pero ha sido, quiero pensar, por razones de peso.  Podría deciros que la Oficina me consumía todo el tiempo (lo cual es bastante cierto) pero también mi pereza jugó un papel crucial en ello. Dicho esto, espero reconquistaros un poco con el post de hoy.

Tengo mil temas en mente, pero el de hoy es uno que llevo tiempo queriendo hacerlo. No me atrevía en un principio porque algunos pensaréis que puedo pecar de obtuso de mente, inexperto o incluso que no me adapto al país lo suficiente. Mentira. Y de las grandes.

Creo que ya hablé alguna vez de la forma de ser de los nigerianos (extensible a todos los africanos por experiencias que me han contado). Buscan, ante todo, el dinero fácil para gastar hoy. No mañana. Hoy. El cortoplacismo imperante en estos países vendrá derivado de la educación que reciben, de la herencia colonialista, de… Lo que quieras. Ya tengo bastantes discusiones con mi compañero en lo que atañe a este tema como para discutirlas (y aburriros) por aquí también. A ver si algún día se anima y escribe él (que os aburra él).




Esto lo cuento porque siempre he defendido que el civismo de un país se puede medir en gran medida por la manera de conducir de sus gentes.

De momento no me ha fallado.

En España somos ansiosos, queremos llegar los primeros (para luego no hacer nada) si alguien va a cruzar aceleramos para que cruce después de haber pasado, pero respetamos al resto porque respetamos aún más nuestra propia integridad y, por extensión, la del coche que tanto mimamos.

En mis primeras andanzas por Europa, me sorprendía sobremanera que en Bruselas los coches se parasen en mitad de la carretera para dejarte pasar (sin paso de cebra), en Berlín nadie te pitaba y en Copenhague los coches conviven pacíficamente con las bicis. Otro mundo.

No con esto quiero decir que no haya “ases del volante” en cualquier país, que los hay, o respetables conductores, que también existen en las recónditas calles de España.

Pero esto, Nigeria, es otro universo.

Caos. Caos. Y más caos.

Pero funciona. A duras penas, sí, pero lo hace.

Como ya dije, el cortoplacismo nigeriano está imperante en cada centímetro de asfalto (cuando lo hay).Los conductores, por defecto, tienen que llegar YA a su destino, independientemente de que eso te haga llegar a ti tarde. De hecho, mejor. La competitividad llega al punto de “a ver quién la tiene más grande” y “el coche es lo de menos”, junto con “mira la de abollones que tengo, conmigo no te metas”. Y a eso nosotros también sabemos jugar, de ahí la adaptación.

Una ciudad con 17 millones de habitantes tiene que tener, por fuerza, bastantes coches. Y si juntamos que los centros de negocio/trabajo están en puntos concretos de su geografía: atasco garantizado. Ahora sumemos esto al “quiero llegar YA”.

Caos. Caos. Y más caos.

Pero éste es un factor muy aleatorio. De repente puedes pensar: “voy a salir más tarde, las calles se descongestionan y llegaré casi al mismo tiempo que si salgo antes” Error. Como tú hay miles de almas cándidas que piensan lo mismo. Y lo mismo ocurre si quieres salir antes. Tampoco funciona.

Y de repente, sin venir a cuento, te encuentras las calles vacías un martes a las ocho de la mañana. No es fiesta. Pero sabes que Nigeria te la va a devolver otro día. Es un hecho. Así que un par de días más tarde: “toma, aquí tienes un atasco de 3 horas para recorrer kilómetro y medio para que pienses en el sentido de la vida.”

Pero como ya dije en otros post anteriores, mi paciencia se ha desarrollado hasta límites que no creía capaz. Ya sé que antes era muy corta, pero ahora la gente que me conoce se sorprendería. Algo bueno tiene que tener el que el coche sea nuestra segunda casa.

Volviendo al tema que nos concierne, los atascos. ¿Cuál es su causa? ¿Cómo se originan? Cierto es que con tantos coches y habitantes tiene, por fuerza, que haber atascos. Correcto. Pero los nigerianos son amantes del riesgo y crean otros nuevos sacados de la nada para dar emoción a esas mañanas/tardes. Hay varios tipos de atascos espontáneos:

  • El atasco “aquí se me ha parado el coche y aquí lo arreglo”. Así es, ya puede pararse el coche, por el motivo que sea, en mitad de una autopista, carretera normal, rotonda, parking, acera… que Se echa el freno de mano, no se ponen las luces de emergencia, y se levanta el capó para que el coche que viene de lejos lo vea y lo esquive (lo de las señales aquí no se lleva). Hasta que no venga el técnico y lo arregle, el coche no se mueve de donde esté. Atascazo 100% asegurado durante horas/días.
  • El atasco “intento llevar el coche a otro sitio”. Es la versión más educada del anterior. Varios nigerianos que pasean por la calle se ofrecen (a cambio de tributo) a empujar el coche hasta donde quiera el conductor (por lo general su destino final). No aparcan en ningún lado y van lentísimos. No aplicable en autopistas. Atasco al 80%, algunas horas de diversión.
  • El atasco debido a “la ineficiencia de los guardias de tráfico (cuando los hay)”. Creo que no necesita explicación. Los improperios son bastante frecuentes en estos casos. Atascazo 100%. Al menos se disfruta viendo el jolgorio que se monta.
  • El atasco de “por esta carretera no hay quien pase”. Sobra decir que el estado de la red de carreteras de Nigeria no es lo óptimo que se podría esperar. El cortoplacismo (de nuevo) hace que se fabriquen carreteras de pésima calidad (generalmente de adoquines) que con la siguiente época de lluvias va a parar a la laguna (a pesar de tener dinero a patadas). Así pues, son comunes los socavones, charcos que parecen la fosa de las Marianas, escombros en mitad de la carretera, “obras” de reparación que llevan meses y pilas aleatorias de detritus. Todo esto, en efecto, ralentiza el tráfico. Atasco al 40% y algunos minutos (y suspensión del coche) perdidos en el proceso.
  • El atasco “aquí tengo que descargar el camión y aquí lo dejo”. Versión del atasco por avería. Sólo que esta vez es un camión (o similar) que decide pararse en mitad de una carretera estrecha porque justo enfrente tiene que entregar esos kilos interminables de mercancía. Entra en juego, como ya mencioné antes, el ver quién la tiene más grande para pasar por el carril que queda. Atasco absurdo al 90%. Posibles abollones en el coche y tiempo variable. Desde 2 a 30 minutos.
  • El atasco “me has tocado el coche y tengo que gritarte durante 15 minutos”. Literal. Si te tocas con alguien, generalmente van a bajarse, pedirte los papeles (que NADIE tiene), pedirte dinero (que NADIE paga) y gritarte durante un tiempo a la cara que si estás loco, que si quieres matar a alguien por ir a 4km/h y rozarle levemente el coche en su defensa que no dejó ni marca… Lo típico. Los toques se dan en los atascos y, consecuentemente, generan más atasco. Atasco multiplicador, la cifra se haya doblando la del atasco original, así como su tiempo de espera.
  • Por último, el atasco “me pongo delante de ti para que no avances pero yo sí”. 100% absurdísimo. El más frustrante. Merece mención especial.

En efecto, este último atasco es, por desgracia, el más frecuente y para darlo de comer a parte. Como ya dije antes, el “quiero llegar YA” lleva a estas situaciones.

Caso típico: carretera de doble sentido. Hay una incorporación por la derecha en nuestro carril. Pueden ir de frente, con nosotros en el mismo sentido, o cruzar e incorporarse al sentido contrario. Nuestra carretera está expedita, sin un coche hasta donde alcanza la vista, pero sin embargo, el carril contrario esta hasta los topes (porque un coche más adelante está en reparación). Pues bien, los que se quieren incorporar a este carril colapsado, en vez de esperar a que la gente le haga un hueco, deciden hacérselo ellos mismos. ¿Cómo? De la manera más eficaz posible: metiendo el morro. Con la predecible consecuencia, nuestro carril está ahora obstruido.



 

Genial. Pitada. Nos ignoran. Pitada. Te miran. Les gesticulas amablemente que si pueden retroceder. Pero ¡oh! El siguiente coche se le ha pegado a su maletero, porque piensa que si el empuja, se solucionará todo más rápido. Pitada. Que te apartes. Que yo voy recto y luego haz lo que quieras. Nos ignoran. Pitada. Pitada. Llegan más coches por nuestro carril y se ponen pegados a nuestro maletero para que tampoco podamos maniobrar. Pitada. Se incorpora un tercer coche que quiere meterse en el carril contrario y piensa que si se salta a los dos originales irá más rápido, así que se pone en paralelo al primer coche a pesar de no tener espacio material para pasar. Ahora tenemos dos filas de coche perpendiculares  y los del sentido contrario que no dejan pasar a un alma. Miramos por el retrovisor y coches hasta donde llega la vista. La gente se empieza a bajar. Más pitadas. Discusiones. Más coches…


Y así hasta que a alguien se le ilumine alguna bombilla y diga que “vamos a dirigir el tráfico”.

Exasperante. Ineficiente. Frustrante. Paciencia.

Y esto, señores, todos los días en algún punto de la ciudad. Me reafirmo en mi teoría de que por la manera de conducir se sabe mucho de la cultura de un país. De nuevo vuelve a acertar.

Otro punto importante es ¿qué tipo de vehículos circulan por estas carreteras? Aquí generalmente se llevan los todoterrenos, por motivos más que obvios. Y en esta clasificación entra nuestro “querido” “todoterreno”. Luego están los turismos clásicos, pero que tienen, de nuevo por razones de peso, algunas carreteras vetadas. Teníamos allá por noviembre las okadas motos tuneadas para llevar a dos, tres o más personas (verídico), pero se prohibieron por temas de seguridad porque provocaban muchos accidentes. 


También están los minitaxis amarillos, que llevan, por lo general a tres o cuatro personas, y que están constantemente escurriéndose entre los coches porque “quieren llegar antes de YA”. 


Los autobuses que vayas donde vayas te cuestan 25cts de euro y van hasta los topes. 



Y por último los camiones, tan variopintos y de diferentes épocas, comprendidas éstas entre el Jueves Negro y la muerte de Franco.



Recomendaciones básicas para novatos en carreteras nigerianas. No conduzcáis. Que lo haga otro. Un taxi para todo el día cuesta unas 13.000 nairas (65 euros y coche incluido) y que sea el chófer el que se pelee y estrese por ti.

Por cierto, los semáforos no se respetan (qué sorpresa) y eso que sólo he visto tres en toda la ciudad (recordemos: 17 millones de habitantes).

Espero que os haya entretenido, que era el objetivo último, y que ya sepáis un poco más de Nigeria y, creo que por extensión, de África subsahariana. Soy consciente de que los españoles somos muy nuestros para conducir y cualquiera que lo haga diferente, lo hace mal. Pero me he limitado a exponeros un hecho (no muy objetivo, lo sé) y sacar vosotros las conclusiones. No me tachéis demasiado rápido de radical, porque aquí, en la carretera, o comes o te comen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario