Driving in Lagos. First try.

Bueno, ya llevo un tiempo sin escribir nada y ya tuve ciertas quejas. Espero que esto calme un poco lo ánimos y compense la espera.

Hoy os voy a contar dos cosas: Cómo se conduce en Lagos y la visita a “Lekki Market”.

Huelga decir que la conducción en estos países no es la más deseable. No tiene ni punto de comparación con los europeos. Ya había tenido cierta experiencia cuando visité Egipto, pero es que esto es peor si cabe. Al menos en El Cairo las carreteras estaban asfaltadas…

Lo primero que tengo que contaros es que tenemos chófer. Sí señor, chófer. Todavía existen las clases sociales. Se llama Tunde y lo hemos heredado de los anteriores trabajadores. Ya hemos tenido nuestros más y nuestros menos pero la cosa va tirando.

Y es que en Nigeria, es imprescindible tener chófer. ¿Cómo un “Oyibo” (blanco en Yoruba, lengua étnica local) va a conducir? Los oyibo tienen el dinero, manejan las petroleras, viven en mansiones… Y así seguiríamos. Pero como sabéis, yo no soy ese caso. Tengo un coche que a duras penas corre, una casa medio vacía y no gano como en una petrolera.

La importancia del chófer ¿de dónde viene entonces? Pues que no conoces NADA de Lagos. Y que sobretodo no sabes conducir. Efectivamente, no sabes conducir aquí. Tienes que aprender que si quieres girar a la derecha, toca el claxon, a la izquierda, toca el claxon, pararte en seco, toca el claxon, dar marcha atrás, toca el claxon, entrar en una rotonda… A saco, ni mires si quiera el ceda el paso, que ya se quitarán los que están dentro de la rotonda.

Esto es la selva señores, y como tal o comes o te comen. A todo esto hay que añadirle las “Ocadas”, taximotos, que te hacen la anchoa, te esquivan, salen por la derecha y por detrás tienes otras dos que te hacen luego la envolvente y te encuentras mirando a Parla.

Por eso no sabemos conducir.

Pues bien, nuestro chófer del momento se llama Tunde y es del Barça (pffff). Suele llegar puntual y de vez en cuando mientras estás en la oficina trabajando le puedes mandar a hacer recados por ti.

Y ya sin más preámbulos, os presento el cochazo que tenemos:

Un Nissan Pathfinder de sabedioscuando, con 104.361 km constantes. Y digo constantes porque el cuenta kilómetros no funciona. Alcanza la friolera cantidad de más de 8000 rpm, porque el cuenta revoluciones tampoco funciona y marca lo que le da la gana. EL medidor de temperatura, pues tampoco oye, así que lo mides a ojo o por el calor que te llega a los pies. El velocímetro no sube de los 0 km/h. Una joya que se dice. Lo único que funciona es el medidor de gasolina y la lucecita que te indica que tienes que revisar el coche y que el airbag está desactivado.

Ojo, aquí voy a unos 25 km/h... y en tercera.

Amazing. No words.

Ya nos ha chupado algo de vida, porque le tenemos que cambiar las pastillas de freno (hecho), la bomba de aceite (not yet), suspensión (neither), correa de transmisión (para más adelante)… y un no parar.

Pero bueno, ¿¡¡tenemos coche!!?

Eso sí, con matrícula diplomática. Que eso mola mucho.

Mensaje especialmente dedicado para mi madre: Sé que lo leerás, pero no quiero que te preocupes. Estoy perfectamente y de una pieza. Voy con toda la atención y la máxima prudencia.

Dicho esto, sí, lo confirmo, ya conduje en Lagos.

Este viernes 26 de octubre fue la “navidad musulmana”: Id EL Kabir. El día del sacrificio. Ya lo contaré... Pues lo dicho, la verdad es que aún no sé porque nos dio por coger el coche. Era fiesta para nuestro chófer (musulmán como dije) y simplemente queríamos hacer algo, estar fuera de casa.

Así que nos juntamos un grupete y nos pillamos mi cochazo. Yo estaba más tenso que Chewaka anunciando la Epilady (durum plis!) pero allá vamos. Agárrate los machos que vienen las Ocadas.

Primera impresión: buena. No he salido aún del recinto de la urbanización, no hay coches. No se me cala el coche. El embrague un poco flojo. Se revoluciona el coche con poco que toques. Pero se controla.

Salimos del recinto y nos vamos encaminando al destino. ¡Cómo se nota que es fiesta! La verdad que es un día perfecto para empezar a conducir y perder el miedo a estas calles, ya que hay bastante menos coches, y por ende, pitidos, que te hagan la anchoa.

Contacto con la primera rotonda: sin toques. Survived. Gano confianza. Aceleras y empiezas a pitar como uno más. Ya soy un poco más nigeriano que hace una semana. Y ya cuando las anchoas las hago yo, pues eres como uno más, pero sigues siendo Oyibo.

Las carreteras en VI (Victoria Island) están bastante bien cuidadas. Es uno de los barrios caros de la ciudad, y eso se nota cuando pasas a Lekki, el barrio vecino. Para entra, tienes que pasar un peaje, siempre hasta arriba, y pagar 150 nairas, unos 70 céntimos.

Luego son todo rectas con tres carriles, 5 para los local players, y de vez en cuando rotondas infernales. Después de andar un poco por ahí, nos desviamos y nos encaminamos fuera de la “autopista” (si se puede llamar así). Es mejor que lo veáis por vosotros mismos, así que Pablo (mi compañero de ICEX) y yo decidimos grabarlo. He aquí el vídeo en cuestión:

http://www.youtube.com/watch?v=i0s34UyI-Ac&list=UUsvBT-cdo9LLF0fnfSg20aQ&index=1&feature=plcp

En mitad del vídeo llegamos al mercado, y luego es la vuelta por el mismo camino, pero sin “camión cisterna” delante. La música de fondo es el temón africano del momento: Azonto. Lo que viene a ser un “se tú mismo y que nadie te imponga nada”. A mí me encanta la verdad.

El mercado en sí está bastante bien. Tiene de todo. En serio, de todo. Los puestecillos varían desde cutres hasta currados. Son todos pequeños e intentan enseñar lo máximo posible de sus productos. Os dejo algunas fotos:

Al final compramos unas estatuillas, tomates, pimientos, un carrito para poner la comida, una bandeja de plástico para poner los platos a secar... Bueno, al final salimos con bastantes cosas, y es relativamente barato. Aunque hay que decir que nosotros pagamos el “Oyibo Tax”, ya sabéis, el impuesto de los blancos. Te cobran cerca del triple de lo normal. Pero aún así está relativamente bien.

También había piezas de arte, pinturas y miniaturas de todo tipo. Como digo, es un mercado bastante completo. Volveremos.

A la vuelta del mercado, vemos lo que a mí más me impresionó. Cómo le cortan la garganta a las cabras en mitad de la calle. Sensibleros, no miréis:

Ves como las tienen atadas, agarran a la primera que ven, la tumban en el suelo mirando a la meca, enfocan el cuello y zas! A tomar por---  Luego les cortan la cabeza y la dejan de exposición. Eso sí, del resto no dejan nada.

Bueno, la vuelta sin problemas y para casa. Ya se ha ido el miedo a conducir aquí. Soy uno más a pesar de ser una antorcha en un océano de oscuridad.